lunes, 30 de septiembre de 2013

Preservar los lugares de la memoria, en vez de destruirlos.

Preservar los lugares de la memoria. Un buen ejemplo

Aunque no es habitual que aparezcan en este blog entradas de otros autores me he inclinado, en esta ocasión, a publicar una que me ha parecido interesante, al hilo de otras que se han publicado anteriormente. Se trata de un comentario de la página de facebook "España partida en dos" de Julián Casanova Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y docente del departamento de Historia y Ciencia Política de la Central European University en Budapest. Con su permiso.

"Cuando cayó la dictadura comunista en Hungría, los símbolos externos que recordaban a los héroes comunistas, centenares de monumentos y estatuas, se convirtieron en objeto de disputa. Y aunque una parte de la población defendió la solución más drástica, su destrucción -la que se adoptó, por cierto, en otros países, tras la caída de las dictaduras en los años setenta y ochenta-, el Ayuntamiento de Budapest decidió crear un parque de memoria, a las afueras de la ciudad. Inaugurado en junio de 1993, en él se exhiben algunos de los monumentos mas representativos del dominio comunista, lo que proporciona al visitante una excelente oportunidad, casi única en el mundo, de procesar visualmente una parte del pasado traumático más reciente y de analizarlo críticamente.


En ese parque/museo se conserva, por ejemplo, el monumento a los voluntarios húngaros (Brigadistas) que lucharon en la guerra civil española. Es obra de Memos Makrisz, un escultor griego que buscó después de la Segunda Guerra Mundial asilo en Hungría. 


Si no se crean y utilizan museos como modelo de educación, los restos del pasado desaparecen y no se pueden explicar. Este monumento, pequeño por su significado histórico, dada el escaso número de brigadistas húngaros, simboliza mucho más: el combate de una parte de la humanidad contra el fascismo. Y lo podemos ver hoy gracias a esa política de conservación. La foto me la pasó Bo Dent".





Artículo de Julián Casanova Ruiz, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Le podemos echar la culpa al dopaje

Le podemos echar la culpa al dopaje, sobre todo, porque el sentimiento nacional hacia nuestros deportistas, nuestro amor patrio, nos ha impedido ver con claridad los casos de prácticas insanas y fraudulentas que se han cometido y, particularmente, la tibísima sentencia del caso de la Operación Puerto (tres absueltos, dos condenas mínimas y la destrucción de más de 200 bolsas de sangre que habrían servido para imputar a numerosos deportistas). Le podremos echar la culpa al dopaje porque así, la gran mayoría de la población no nos echará la culpa a nosotros.

La verdad es que Estambul tiene muchísimos más problemas de salud relacionada con el deporte que nosotros. Algo que no pasa desapercibido por el COI y el resto del mundo. Así que, para mí, esa explicación por sí sola no basta.

Entonces, ¿Por qué Madrid ha sacado la nota más baja de sus tres consecutivos intentos para organizar unos juegos olímpicos? Sinceramente, pienso que ha sido por falta de credibilidad.

En este país nuestros políticos están acostumbrados a salir en rueda de prensa y hablar de contratos e indemnizaciones en diferido, y negar las más absolutas evidencias ante la opinión pública, ante el Congreso de los Diputados y ante el juez que investiga uno de los mayores casos de corrupción política en la historia de este país. Nosotros estamos anestesiados, tal vez de tanta gilipollez, pero fuera de nuestras fronteras no.

En el exterior todo el mundo conoce a Rajoy, desde Gibraltrar hasta Argentina, pasando por Venezuela, Ecuador y Gran Bretaña. Los países anglosajones están molestos por la patochada gibraltareña. Al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner casi le amenazamos oficialmente en una rueda de prensa, rocambolesca e improvisada, del ministro Soria en Bruselas tras la nacionalización de REPSOL en Argentina.

No le echo la culpa a la Srª. Botella de su inglés, posiblemente yo lo no hubiera hecho mejor. Pero sí de ser poco creíble con los datos. Una cosa es no ser muy riguroso y otra muy distinta inventárselos directamente, y luego no recordarlos exactamente y volver a inventárselos. Del 75 % de infraestructuras construidas al 90 % en unas semanas y sin levantarse de la silla, durante la misma rueda de prensa, al 80 %. Da lo mismo, piensan que se lo tragan todo igual que en nuestro país. ¿Cómo iba a saber el COI lo que tenemos construido?

Luego sale el Sr. Rajoy a convencer a los representantes del COI de “nuestro milagro económico”. Milagro que ya iba adelantando el ministro Sr. Montoro por Europa y que se apresuró a confirmar el Sr. Guindos afirmando que había dinero "de sobra" para organizar los juegos. Lástima que cuando le preguntaron a la Alcaldesa de Madrid sobre la conveniencia de organizar unos juegos olímpicos con una tasa de paro del 27 %, privatizaciones, recortes sanitarios, culturales y deportivos y cientos de desahucios diarios,  volviera a hablar (y hacer bailar) sobre los datos de infraestructuras construidas. Nadie creyó a Rajoy.

Tampoco les creyeron cuando dijeron que el 91 % de los españoles estaba a favor de los JJOO, el 94 % según Rajoy, mientras en la plaza del Sol la policía detenía a un activista que protestaba sobre la candidatura madrileña a los juegos de 2020.

Y eso que a nadie le dio por preguntar por la seguridad del Madrid Arena.