viernes, 12 de septiembre de 2014

FARGO Y LA OVEJA PERDIDA


The lost sheep, o mejor aún, Den bortkomne sauen, es una canción tradicional noruega, grabada por la violinista Annbjørg Lien, en su álbum Felefeber. La canción sirve de base para el tema principal de la banda sonora de Fargo, compuesta, como todas las películas de los hermanos Coen, por Carter Burwell.

La productora de televisión FX ha estrenado en 2014 Fargo (la serie). Vuelven de nuevo los paisajes helados de largas carreteras, la sangre sobre la nieve y esa suerte de humor negro de policías con pocas luces y criminales despiadados. Los Coen crecieron en Minneapolis, Minnesota.

Al principio de cada capítulo podemos leer: "ESTA ES UNA HISTORIA REAL. Los eventos descritos tuvieron lugar en Minnesota en 2006. A petición de los supervivientes se han cambiado los nombres. Por respeto a los muertos, el resto se ha contado exactamente como ocurrió".

Es casi exactamente la misma leyenda que aparece al comienzo del largometraje de Joel y Ethan Coen. Salvo que éste se estrenó en 1998 y aludía a unos hechos ocurridos en 1987. Evidentemente, ambos hechos nunca existieron.

Fargo es una ciudad ubicada en Dakota del Norte, aunque su límite administrativo coincida con la frontera estatal con Minnesota. Sin embargo, los acontecimientos tienen lugar en Brainerd (a 222 km), según la película, y algo aún más lejos en la serie: Bemidji y Duluth.


La serie, donde los Coen son productores ejecutivos, juega con el espectador continuamente sabiendo que éste es un fan de la película. A los giros inesperados se alternan guiños a la primera obra. Circunstancias similares, parecidos escenarios, conversaciones idénticas que no hacen más que introducir más incertidumbre en la trama. La comparación era imposible de evitar y por eso, aquí, la confusión forma parte de la historia.


Es muy difícil que les perdone que no hayan visto la película de los hermanos Coen. Aunque pueden ver la serie y más tarde la peli. O al contrario. Pero no se pierdan ninguna, se lo recomiendo.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Gasoles, Orengas y Navarros.

España ha saldado con victorias sus cuatro primeros partidos en el Campeonato Mundial de Baloncesto que se está celebrando en nuestro país, del 30 de agosto hasta el 14 de septiembre. Será primera de grupo aun perdiendo el quinto partido de esta fase contra Serbia.

En ocasiones, el juego ha sido espectacular, brillante. Poderío interior, acierto desde 6,25, incluso de los pivots, eléctricos contraataques. No obstante, no todo el monte es orégano. Tengo dudas.

Ahora parece que sólo Estados Unidos es la selección que nos puede hacer frente. Como si la final estuviera predestinada entre ambos equipos. Los estadounidenses se han mostrado contundentes. Sólo Turquía les aguantó dos cuartos. El resto de equipos aprendieron a soportar un chaparrón de mates y vertiginosas canastas, la mayoría conseguidas al contraataque.

Efectivamente, Estados Unidos juega al contrataque. Parecer ser su arma preferida. Tal vez la única. El juego se sustenta en una férrea y ágil defensa de ayudas, potencia de rebote y fulgurante salida en velocidad, tan básico como efectivo.

España tiene más recursos, o eso parece. Se viene diciendo que tenemos mejor y mayor juego interior. Posiblemente, pero ya lo veremos. Y sistemas más complejos. Tal vez demasiado complejos. Y es que, en ocasiones, da la impresión que los jugadores se atascan en los sistemas. No solo parecen farragosos sino que tampoco se ve claramente que ventaja sacamos. A veces la sencillez es una virtud. La rotación de los jugadores parece aceptable pero advierto cierta confusión en quien debe ser el director de juego y otras posiciones en el campo:

1. Los bases-escoltas. Calderón juega de uno y de dos, dependiendo de quién esté en pista. Llull, base en su equipo, aquí juega de dos. Parece ser que solo Ricky y el Chacho son siempre bases, aunque tampoco, pues ambos han coincidido en la pista.

    2. Los escoltas-aleros. Navarro y Rudy, siempre escoltas en sus equipos, aquí juegan de escoltas, en ocasiones, y de aleros en la mayoría. Aleros bajos, especie en extinción en el baloncesto moderno. El emparejamiento de Rudy con Gelabal nos dejó en evidencia en el partido contra Francia, pero el de Navarro con Batum fue grotesco. ¿No tenemos un alero alto? Sí, Claver. Pues que juegue señor Orenga y si no tiene su confianza lleve usted a otro que haberlos, haylos. Por otra parte, el tiro exterior es como los pimientos de padrón, unos días entran y otros no. Háganselo ver, como apunta Antoni Daimiel, no sea que no estemos cuando más lo necesitemos.

      3. Alapivots-pivots. Nadie juega de cuatro. Eso puede ser y es de hecho un problema. Un cuatro poderoso y, sobre todo, rápido nos hace daño. El equipo estadounidense tiene varios modelos de este tipo, si bien habría que apuntar la enorme versatilidad de sus hombres, otra de las bases del baloncesto moderno. En el puesto de cinco poco que decir. Estoy contento. La llegada de Ibaka ha hecho mejores a los Gasol, ha aportado un plus de intimidación que, a veces, es determinante en el cambio de rumbo de los partidos. Son, sin duda, el verdadero motor de la selección.


Diez días restan para que se resuelva el campeonato. Veremos cómo se desarrolla. Prometo volver y decir en qué me he equivocado.