miércoles, 26 de septiembre de 2012

DEL 15M AL 26S Análisis de una protesta anunciada


“Nos llamaron golpistas. Dijeron que detrás estaban la extrema derecha, mintieron en los medios de comunicación una y otra vez, amenazaron por activa y por pasiva con que iríamos a la cárcel, trajeron 1.400 policías, identificaron y denunciaron por lo penal a personas que solo estaban reunidas en un parque público hablando de la convocatoria. Intentaron meternos el miedo en el cuerpo como nunca lo habían hecho… Y el resultado es que decenas de miles de personas salimos a la calle a desobedecer el estado de excepción impuesto por el gobierno. Ahora todos los medios de comunicación del planeta hablan de lo que ha sucedido en Madrid el 25S.
Y sabemos que no es más que el principio”.

El Gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy Brey se enfrenta, en el momento más delicado de su legislatura, por lo menos hasta la fecha, a un cúmulo de crisis que, sin lugar a dudas, desembocarán en la petición de “Rescate” a la troika europea lo que llevará al País a abandonar el estado del bienestar, al menos, tal y como lo conocemos en la actualidad.

El primero de los problemas es la fuerte crisis de legitimidad que, con respecto a la ciudadanía, va aumentando día a día. Compañera de viaje de un tremendo desprestigio de la clase política y, en ocasiones, de las instituciones, la legitimidad se perdió al incumplir prácticamente todas sus promesas electorales. En tiempo record. La gente ya no cree en lo que dicen, a excepción de los acólitos que se lo tragan todo –de estos hay en todos los partidos políticos-.

El segundo de los problemas aparece sin ton ni son. Artur Mas y CIU, en un intento de colocar una espléndida cortina de humo que tape las vergüenzas de un Gobierno a la deriva, necesitado de una financiación que solo puede darle el Gobierno de España, juega, ahora, un órdago a la desesperada provocando una grave crisis del modelo territorial del Estado. Un terreno abonado para que emerjan radicales de derecha e izquierda. Independentistas anacrónicos, nostálgicos de una tontería fronteriza que alimentan creyéndose herederos de un patrimonio único y distinto; y neofascistas patrióticos que vislumbran la entelequia de la que se denominó como “Una, Grande y Libre”. Un juego peligroso, populista y demagógico que llevará a una profunda crisis del Estado o al mayor de los ridículos.

La sumisión, ya sin paliativos, a las decisiones de la troika comunitaria, nos aboca a una crisis de identidad. De que sirve mantener un Gobierno títere que trasmite los recortes sociales acordados a cientos de kilómetros de Madrid y solo habla para intentar ocultar, endulzar, engañar a la población con el único objetivo de minimizar, en todo lo posible, su rédito electoral.

Lo peor, sin duda, la incapacidad manifiesta de tomar medidas que nos lleven al camino de la recuperación económica. En lugar de esto, el país se va sumiendo, cada vez más, en un pozo sin fondo, destruyendo, no solo el empleo, si no también el tejido productivo, penalizando el consumo, facilitando el despido y criminalizando las protestas sociales. Eso sí, va imponiendo una contrarreforma ideológica a ritmo de apisonadora. Si se suben las tasas, las universitarias, por ejemplo, no se ingresa más, no, se ingresa menos porque a una subida del 8% le sigue una baja en la matrícula de créditos del 10%. Se ingresa menos y hay un sector de la sociedad que pierde el acceso a la educación superior: el recorte es ideológico.

No se vislumbra cambio en las posiciones del Gobierno, por lo tanto, sabemos, que esto no es más que el principio.

jueves, 6 de septiembre de 2012

José Gallego, Aspe y la Memoria Histórica I


Poco tiempo después de la victoria de los sublevados en la Guerra civil española, la Presidencia del Gobierno del General Franco envió una circular a los Gobernadores civiles de las provincias españolas para que instasen a sus ayuntamientos a construir, en un lugar señalado de la población, un monumento a los caídos “por Dios y por España”. El monumento iría presidido por la Estela de José Antonio Primo de Rivera, el símbolo de la cruz y entre 15 y 18 nombres de paisanos caídos a causa de la Guerra civil. Baste recordar que hubo municipios sancionados por no encontrar suficientes nombres para su colocación en el monumento. Así, en el  Acta nº 3, Sesión Ordinaria del 20 de septiembre de 1940 del Ayuntamiento de Aspe (ama, Actas de Pleno  1940-1941, fol 5v y ss.) encontramos la siguiente anotación: “Se acuerda el estudio de petición que formula el Gestor Sr. González Avellán en el sentido de la construcción de un monumento a los caídos en la localidad, por Dios y por España”.
El monumento fue encargado al recién repuesto aparejador municipal y Jefe local de Investigación e Información de las fet y de las jons, Higinio Perlasia Rigal, quien diseñó el boceto que aquí se muestra, y quien se encargó de encontrar los nombres que acompañarían a José Antonio en el monumento que, se decidió, se colocase en una de las fachadas de la iglesia, en concreto la que da a la calle Santa Teresa, donde todavía se encuentra.
El boceto inicial incluía 14 nombres, 13 que se encuentran en el monumento actual y uno más que no llegó a incorporarse, el de “D. Sánchez”, más una estela que contenía “PRESENTES”. Finalmente, se añadieron dos más para alcanzar la cifra de 15: tres asesinados en la población; cuatro caídos en el frente; cinco, nacidos en Aspe pero que vivían en otros lugares, uno del que únicamente sabemos que fue enterado en el Valle de los Caídos y dos de los que no tenemos ningún dato.
Es cierto que las competencias de los ayuntamientos en la década de los años 40 eran muchos mayores que en la actualidad, con respecto, sobre todo, a la modificación del patrimonio histórico, en este caso, la fachada de la iglesia. Pero, evidentemente, fue el Ayuntamiento de Aspe quien construyó el “monumento” y también, posiblemente, quien deba quitarlo y restituir la fachada a su aspecto original. Sencillamente, porque en el pueblo de Aspe fueron 108 los caídos por causa de la Guerra civil. 108 vecinos que, por diversas causas, murieron relacionados con el conflicto: quince de ellos, víctimas de la violencia en la retaguardia tuvieron su monumento; del resto nunca se habló: setenta y dos murieron en el frente, veinticuatro fueron fusilados y nueve murieron de enfermedad en la cárcel. Suficiente registro para evaluar la magnitud de la tragedia. Tragedia que se perpetuó durante los años de la dictadura y es, precisamente, labor de la democracia la condena pública de las dictaduras y de los símbolos que la representan.